domingo, 21 de marzo de 2010

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Ando con la cabeza perturbada por la guardilla aficionadamente dramaturga. Hay un esqueleto de recuerdo que insiste en hurgarme la música del idilio infinito, es decir, del bohemio saxo perturbador II, líquido irremediablemente admirable. Abrigando el vestíbulo canoso, intento disimular con valentía mi cadáver de mamífero cereza, en el laboratotio amapolado, humillando verbalmente la dimensión heroica. Con meticulosidad, apaño la llovizna como un pícaro, no dejándome engañar; la elocuencia que reblandece las estalactitas en los ojos circunstanciales. Decía un platónico amigo martillo: ' La libertad es la cárcel más grande de todas las cárceles'...; seguro que prescindía de ella para justificarlo; la falta de recursos para poderla alcanzar, la falta de medios para podérsela creer, y más tarde, la falta de irrealidad para quererla acabar; con tenedor y cuchara, la libertad; sinónimo de traición dolorosa, sinuosamente orgulloso, el espacio, el sueño...
Noto a compás un escalofrío gelatinoso, vacío, que se enriquece vertiginosamente de sensacional frenesí, que acompaña vestido a un lugar con guerra, explosivo, larvado. Tendré que verificar mi sueño dorado, ostra de toreras pasiones y tortugas borrachas...siempre por concluir.....

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