domingo, 21 de marzo de 2010

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Ahora, cinco de Febrero, comienzo a darme cuenta del porqué de mi impulso en derrocar el nudo que extirpa mi ano a pasear desnudo, absorbiendo una energía polar propia de sí, constituída en una relación de besos clónicos, acumulados musicalmente, perdiendo la catástrofe del miedo, con la virtud cosechada de exhibir el olvido del crepúsculo pelado. Mi supernutritivo culo es aclamado por los distinguidos caballeros que, recogen de él, la hermosura de las mañanas más universales, con el mando de cualquier aspiración firmemente poética.

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